Por: Joselynne de la A Molina
Twitter - Instagram: @josydelaamolina
Muchos escritores y personas
dedicadas profesionalmente a hablar sobre cómo obtener motivación cuando se
refieren al ejercicio, indican que algunas veces la verdad es que sí existe una
falta de motivación para hacerlo.
En estos agitados días de
múltiples quehaceres, es cuando la palabra “disciplina” adquiere mayor
relevancia. Es decir: “Ya he tomado la decisión, ¡esto es lo que voy a hacer!”.
Y los días que sientes que te arrastras, no te fijas una nueva meta, ya que se trataría
de una decisión emocional en medio de un franco estado de declive. Lo mejor es
mantenerte firme con la decisión original y tomar los primeros minutos de la
sesión de ejercicio sin desviar tu fuerza de voluntad y sin declinar el
compromiso. Así, el resto de la rutina será mucho más fácil, una vez que la
endorfina, la dopamina y la epinefrina actúen en tu sistema.
1.
Sé realista
Fijarse
metas reales es, sin duda alguna, el motivador número uno. En lugar de planear
una rutina de ejercicio de dos horas al día durante el resto de tu vida, mejor,
en un principio, proyecta dos o tres sesiones de una hora a la semana. Las
personas que empiezan con una hiperactividad son usualmente las que abandonan
más rápido. Pero son ellas mismas las que se imponen estos límites.
2.
Date un día de descanso
Si
has perdido una o más sesiones de ejercicio, básicamente tienes dos opciones:
te puedes otorgar un cierre físico-mental permaneciendo motivado, o bien, darte
cuenta de que tomará varias semanas el llegar de nuevo a tu nivel, y eso será
hasta que regreses al gimnasio y vuelvas a ejercitarte. ¡Adivina cuál es la mejor!
Por
alguna extraña razón, perder un día o dos conlleva unas fuertes implicaciones
psicológicas que afectan a las personas para sentirse como perdedoras y decir
que no vale la pena seguir. Pero es muy fácil retomar el nivel, perder un día o
dos es saludable: el cuerpo necesita recuperarse. No lo veas como un retroceso.
3.
¡Evita las comparaciones!
Esto
no es un concurso. En vez de comparar tu cuerpo con el de cualquier otro que
cruce el gimnasio, canaliza esa energía en tu propia rutina de ejercicio.
4.
Haz lo que te guste
Si
alguien habla contigo mientras estás realizando un programa intenso de carrera,
es más fácil hacerte vomitar que conseguir una nueva amistad. Evítalos y haz lo
que te guste hacer. Si las personas se colocan en máquinas que detestan, o
realizan ejercicio que no les agradan, solo lograrán estar incómodas, y esto se
convierte en un desmotivador.
Si
odias la máquina caminadora y gustas mucho de practicar la bicicleta fija, hazlo
segundo. Y no permitas que nadie, ni siquiera tu entrenador, te diga lo
contrario. El objetivo es lograr que a la gente le guste el ejercicio… ¡no que
le tenga fobia!
5.
Visualiza el éxito
La
visualización -formar imágenes mentales de ti haciendo algo con éxito- ha probado
efectividad a través de diversas investigaciones. Es importante ser un muy buen
motivador, solo asegúrate de que la imagen que escojas sea suficientemente realista
para tu potencial, no querrás experimentar con alguien más.
6.
Elige el lugar correcto
A
menos de que seas rico y tengas tu propio gimnasio, desembolsar dinero para inscribirte
a uno será, en teoría, un motivante de peso. Pero encontrarás más excusas para
no ir si has escogido un lugar que en verdad no te guste.
7.
Confecciona y ajusta tus rutinas
Luchar
por repetir ese encantador pasado puede ayudar a motivarte a seguir
ejercitándote. O prométete comprar un nuevo traje costoso cuando tus hombros y
pecho le queden muy chicos. Pensarás que esto solo sucede con las mujeres, pero
muchos hombres caen en lo mismo muy seguido.
8.
Combínalos
Hacer
las mismas rutinas de ejercicio mes tras mes puede hacerte sentir como un
autómata en una fábrica de levantamiento de pesas. En lugar de esto, intenta incorporar
ejercicios novedosos, otras máquinas y nuevo equipo en cada rutina. Muchos entrenadores
nos afirmaron que es una de las mejores formas para mantenerse motivado. Y
existen miles de opciones que puedes hacer. Por ejemplo, combinar tus sesiones
con estaciones de ejercicio y las máquinas caminadoras. Así estarás mezclando ejercicio
aeróbico y de fortaleza, obtendrás buenos resultados y, lo mejor de todo, es
que será diferente.
9.
Cae en la tentación de la competencia
Si
tu último contacto con una competencia atlética fue en el campo de prácticas del
colegio o de la universidad y has permanecido sentado en las gradas desde entonces,
participar en una carrera o alguna competencia deportiva pude ser tu boleto
para lograr motivarte. Con esto no te queremos decir que tengas que estar dispuesto
a realizar un biatlón o triatlón, pero una carrera sencilla de beneficencia o
una caminata puede ser una buena opción.
Debes
pensar que la carrera será en los próximos meses y en tener que dedicarle algo
de tiempo a tu preparación para estar listo. Averigua cuáles son los eventos
que están por realizarse en tu ciudad, esto te hará sentir doblemente motivado.
10.
Aumenta la intensidad
Todos
sabemos que la filosofía de ejercicio que se basa en la frase: “Sin dolor, no
hay recompensa” nos puede causar problemas. Pero el ejercicio intenso nos lleva
a un estado dolorido, el mismo que los profesionales del ejercicio suplican tener.
No querrás sentirte siempre así. Y para alguien que está comenzando, esto puede
ser el desmotivador que termine con sus deseos. Sin embargo, para muchas otras
personas se trata de una sensación que buscan para comprobar que van por el
camino correcto. Si quieres reducir el dolor muscular las primeras veces que
visites un gimnasio, realiza solo una serie para cada ejercicio y emplea pesos
ligeros con no más de 12 repeticiones.
11.
Registra tu progreso
Un
diario actualizado en donde apuntes tu progreso, día a día, ayudará a recordarte
en dónde te has sentido, si ha sido difícil e identificar qué necesitas para
hacer más.